jueves, 15 de noviembre de 2018

BATIDA AL JABALÍ CON LA COLLA DE PIEROLA EN HOSTALETS DE PIEROLA


El señor Canovas apañando un guarro, hombre voluntarioso en todo
Toda mi vida he sido cazador de menor, hasta hace pocos años, que entré en cotos en los que se caza la menor y la mayor, y así empecé a picarme con el jabalí alternando la menor con la mayor, aunque dedico más tiempo a la caza menor las dos modalidades tienen su atractivo; el problema es la falta de piezas de caza menor y un poco escasas las de mayor, ya que las mismas manchas se cazan varias veces al año a pesar de que la colla cuenta con varios cotos para poder descansar un poco más las manchas y darles rotación a pesar de todo, a fin de temporada los cochinos cobrados rondan la cifra de los 300, que no está nada mal.

Los primeros días de la temporada, es decir, en septiembre, no acudí a ninguna batida por el exceso de calor al que le tengo casi miedo por las temperaturas insoportables y los efectos nocivos que me provocan, así que este pasado domingo día once fue mi segunda salida al jabalí. Los que vamos de fuera bien sea Barcelona, Hospitalet, Terrasa o cualquier población de la periferia, necesitamos entre hora y hora y media más para el viaje y algún que otro bartulo más o provisión, en mi caso una hora es suficiente. Desde hace un par de años tenemos la suerte de poder disfrutar de una sede para los cazadores, que también hay que decirlo, cada día está más acondicionada para la comodidad de los socios y con aperos de trabajo para apañar los jabalíes en una sala aparte y techado, facilitando el trabajo de los desolladores.


Como de costumbre y según época hacia las ocho y media salíamos hacia las posturas, cada uno con su armada correspondiente para ocupar el puesto asignado, cuando llego al puesto lo primero que hago siempre es preparar el arma y cargarla, ya que en las primeras horas es fácil que se presente algún marrano que se ha percatado del peligro que representa para él seguir dentro de la mancha y mira de pasar desapercibido por esos puestos, que aún están con los preparativos y confiados tomando puntería o acomodando el puesto, para largarse sin ser visto.
uno de los cochinos cobrados con 5 impactos en el cuerpo, cayó en el último

Recuerdo una vez, de parada en un barranco, entre la montaña de Montserrat y Esparraguera y recién llegado a mi postura pero vigilante, en un puesto bastante espeso, vi la sombra de un guarro zorreado acercarse a mi puesto, apunté mi arma hacia un clarito de unos dos metros del mismo carril que él venía previamente observado y de un disparo cayó al suelo chillando. Por el desnivel del carril casi no lo veía, pero de pronto, se levantó de los cuartos delanteros quedándose sentado, recibiendo otro tiro recorrió unos doce metros hasta caer muerto; era un guarro de gran peso y con una potencia física enorme para aguantar dos disparos bien colocados. Al rato de abatirlo comentaron por la emisora que se iba a realizar la suelta de las rehalas para dar comienzo a la cacería.

Como decía, este domingo día 11 de noviembre, por segunda vez en esa temporada al rato de la suelta comentaron por la emisora que se había escapado un guarro grande, después de varios disparos, que por cierto los había oído, un par de barrancos mas allá, al poco sentí la ladra de un perro mezclada con los ladridos de unos perros de alguna casa o torre cercana, que cada vez se acercaban más, de pronto vi el jabalí de buen porte que subía, y al moverme un par de pasos y apuntar al cochino para el disparo, al levantar el arma fueron tres los objetivos que tenía en mi línea de tiro: el jabalí y un metro por encima de él un todoterreno rojo y otro cazador delante del T.T que había sido colocado en mi línea, después de un buen rato de empezar la batida, ya que el puesto que le asignaron estaba cubierto y lo pusieron allí, otro por encima mío que tampoco sabía que yo estaba allí, el postor que me asignó el puesto y me puso a mi me comentó que allí estaba solo yo y que no había peligro de otras armas, a veces no pasan más cosas porque Dios no quiere pero el error siempre es del hombre o casi siempre, en fin, no pasó nada a Dios gracias y el guarro se fue tan campante, se cobraron 7 guarros que podían ser ocho, algunos de buen ver 70 - 80 kg, la batida se alargó y toda la mañana hubo ladras, disparos y movidas de cochinos en todas direcciones que algunos privilegiados disfrutaron a tope. La caza es un deporte como otro pero el hecho de usar armas obliga a tomar algunas precauciones que si no se respetan pueden traer graves consecuencias, pero todo ocurre por la codicia de colocarse en un puesto que se supone es de los mejores de la batida alterando la coordinación de los puestos y como no, con el consiguiente cabreo de los puestos afectados por el descontrol, y es de comprender, un cazador recorre cien kilómetros, pasa el día separado de la familia y encima se da cuenta de que siempre le colocan a la retranca, es decir,fuera de la cacería, es muy lógico que acabe cabreado, incluso que se dé de baja del coto, pero por desgracia es un hecho que se repite con demasiada frecuencia.

vista parcial de la sede antes de llegar todos los vehículos
Otro caso curioso con un gran jabalí hay que ver que astucia y poderío tienen estos verracos para salir libres de batalla tras batalla, colocado en un alto de tres metros en la parte estrecha de un cruce de dos barrancos en forma de y griega, por donde había salido la rehala a unos 200 m de mí en la divisoria de los dos barrancos, los perros levantaron una piara de jabalíes repartiéndose por los dos brazos de sucio río, arriba perros y jabalíes se largaron con un gran alboroto, al rato sentí un solo perro ladrando a parado y acosando al jabalí pidiendo ayuda pero estaba solo y me figuro que las embestidas del marrano le hicieron desistir, puesto que los refuerzos que solicitaba no acudieron. Yo, atento al panorama, sentí que se rompían unas cañas que delataron al cochino y al poco vi como asomaba la cabeza por detrás de una zarza, muy atento, intentando sacar un ruido o un olor sospechoso y al ver que tenía vía libre fue para atrás y se presentó debajo mío andando normal, ya que como he dicho estaba en alto, resultando ser un gran verraco con más de 128 kilos, que dejó su vida a 6 metros de mí con un agujero en la cabeza, quitándole toda aquella astucia que durante tantos años había acumulado y le había salvado la vida.

Para acabar solo una reflexión: que el leer no nos haga perder el escribir, ante todo y sobre todo la seguridad debe imperar ante cualquier deseo personal dentro de una colla jabalinera y en cualquier cacería, una mala planificación o un mal uso de una arma puede traer grandes consecuencias muchas veces irreparables. PRUDENCIA.

A continuación les dejo un enlace a través de CLUB de CAZA.

Pacma expulsa a Ana Martín por insultos.

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