domingo, 13 de diciembre de 2020

UN DÍA DE CAZA PARA EL RECUERDO

Resulta un poco extraño que cuando voy al médico mi mujer tiene que darme prisa para no llegar tarde, aunque siempre soy puntual o como mínimo llego a la hora, pero cuando se trata de ir a cazar la cosa cambia y suelo salir con tiempo suficiente por si ocurre algún percance como retenciones, un accidente, etc. Así que este jueves, día que como tantas veces me dirigí al coto, pensando en los zorzales que el día anterior había sacado por la tarde, era un margen de maleza al lado de un campo y los zorzales entraban por el final del sucio y también por el otro lado de poniente, ya que ya lo había cazado otras veces, y en ese punto me arreglé el puesto, pero salvo dos que se presentaron casi oscuro echándose literalmente encima y largándose sin llegar a tirarles no vi ni uno más. Cerca de las once y sin ver nada, desesperado, decidí llegar hasta el final por si se quedaba alguno en la entrada, un día nublado en que en aquel momento apareció el sol. Al llegar al final, en unos lentiscos salieron de golpe más de una docena de zorzales, todos a la vez; al levantar mi escopeta me quedé cegado por el sol sin poder pegar un tiro siquiera, me había dejado las gafas de sol en el morral, en el puesto, y eso me costó seguir con la percha vacía, por lo que decidí cambiar de tercio. A pesar de todo, te enseñan que otro día tendrás que esperarles al final del sucio aunque nunca sabes por donde van a entrar, a veces son tan imprevisibles como las torcaces, pero así es la verdadera caza. 

Ya en otra parte del coto y con el desayuno en la barriga, me puse en un ribazo muy sucio también, ya que es por donde pasan algunas palomas, todo y que el primer día de la general no vi ni una. Pues bien, al rato de estar allí me entró una a tiro y la tumbé al primer disparo, no me lo podía creer, aquello me empezó a dar confianza, después pasó otra que también la bajé al primero, la cosa se iba animando, dos palomas cobradas no estaba mal ya que en el coto si algo hay es alguna paloma y algún zorzal mas bien de finales de diciembre para delante, y tres sueltas: dos de perdices y una de faisanes, que este año con el covid de momento solo se ha hecho una de perdiz, por el hecho de que varios socios viven fuera del municipio del coto y los fines de semana no nos podemos desplazar. Siguiendo en el puesto donde estuve hasta recoger, mientras retocaba el puesto, apoyé la escopeta en el mismo puesto a un tronco de pino que yo puse para aguantar las ramas de encina que me camuflaban, y vi acercarse otra paloma de aquellas que antes de disparar ya las ves al suelo, con tanta mala fortuna que al levantar el arma me llevé con ella una rama de un par de palmos, suficiente para taparme el objetivo y mandar al traste aquello que podía resultar otro bonito lance. En fin, son cosas que pasan, pero que no se las puedes contar a según quien, porque a los cazadores y pescadores nos tildan siempre de contar mentiras, unas mentiras reales que a veces sufrimos los cazadores pero que casi nadie cree por la fama que algunos nos han impuesto, aunque supongo que algo de razón tendrán.

Ya por la tarde después de comer me puse otra vez en el puesto y al ratito me entró una por mi derecha, que abatí de dos tiros y cayó en el campo que tenia un poco por encima de mi. En principio no la vi y el perro tampoco la encontraba, seguí hacia delante y vi que el perro la cobraba, habría jurado que había caído más cerca pero en realidad estaba entre 50 y 60 metros con un plomo del 8 en la cabeza y alguno más en el cuerpo, hay que ver lo que rinden hoy, tanto las armas como la munición, supongo que siempre ha habido buenos rendimientos, aunque antaño no era el caso de muchos de nosotros, que nos teníamos que conformar con armas y municiones más sencillas por falta de poder adquisitivo. La tarde iba tocando a su fin y ya más relajado, porque al final te cansas de mirar hacia todos lados, ese despiste o falta de atención hizo que me pasara un bando de 9 palomas que me entraron por detrás sin tirarlas, una buena ocasión para hacer un doblete, o no, quien sabe. Al poco rato me entró una de frente que casi la tiré tapada, pero cayó al fondo del sucio ribazo lleno de cañas, maleza, zarzas, infernal transitar por dentro que los guarros tienen que hacer eses para atravesarlo, y ya después de media hora larga de búsqueda infructuosa tuve que desistir, y lo único que saqué fueron unos cuantos arañazos en manos, cara, piernas y ropa, pero es que si hay alguna posibilidad de cobro no me gusta dejar caza herida o muerta en el monte, siempre he sido así. Una vez en el puesto aún abatí una paloma que al girarme me entraba por detrás. La jornada se cerró con 4 torcaces, y lo que podía haber sido un gran fiasco al final fue un buen día.

El otro día vi una iluminada en facebook, de esas come coles que no saben ni lo que es una piedra ni una bellota, renegando de la ganadería extensiva, la cual esta cada día más desaparecida, decantándose hacia la estabulación del ganado por su mejor rendimiento. Pero desde que no se practica la ganadería extensiva los campos y los bosques no son los mismos, han perdido la capacidad de regeneración, las plantas y los arboles crecen débiles y enfermos por su escasa separación y llenos de maraña impenetrable que les absorben la humedad, el paisaje se torna impenetrable. Cuando la ganadería extensiva estaba en su auge los bosques, barrancos, ribazos, rieras eran todos transitables, con atajos para acortar kilómetros de distancia y poder comunicarse entre sus habitantes. Si hoy en día no existiera la motorización las distancias aumentarían cuatro veces más, para la caza esos núcleos tan enmarañados suponen perder una tercera parte de la caza abatida y respetando el tiro hacia esos lugares que son el refugio de la caza eso implica no poder cobrar una pieza que ha caído a tan solo 10 metros del cazador y que la mayor parte de veces acaban sin aprovechar ni siquiera los predadores o carroñeros. Recuerdo de chaval en el pueblo que iba y venia de cualquier finca de las que tenia mi padre a llevarles la comida o un recado a media hora de distancia o incluso una hora, cosa que para mi era un pequeño paseo y para ellos casi como un telégrafo; iba corriendo todo el camino cogiendo todos los atajos o veredas posibles, recuerdo una vez que teníamos una cabra, y para que el macho la montara la trajimos al pastor del pueblo de al lado, a unos veinticinco minutos de distancia, que para mi eran unos diez, era el peque de la familia y el encargado de ir a buscar la leche de la cabra cada día. Una de las veces, de regreso a casa con una botella de leche de cristal, ya que en aquellos tiempos eran de cristal la mayor parte de los envases de líquidos, el que corre demasiado en la carretera se expone a sufrir un accidente y por la misma razón aquel día me tocó a mi, tropecé, me caí, rompí la botella y como es natural se derramó el preciado liquido que esperaban en casa, pero el impuesto que me cayó por aquel desastre fue un corte en la cazoleta de la rodilla, de unos cuatro centímetros de ancho, en el que se podía observar el hueso blanco y sangrante de la rótula muy claramente. Y ese no es el único percance de la vida personal de campo y caza que he sufrido; a pesar de todo, estoy muy satisfecho de llegar a punto de cumplir los 75 años y a pesar de sufrir algún achaque, estar aún detrás de perdices y zorzales y haber recorrido 18 kilómetros diarios dos o tres veces, y porque no hay más perdices.

Al llegar diciembre somos muchos los cazadores que con ansia esperamos la llegada del zorzal, ese pájaro vacía cananas muy esquivo y sobre todo cazado al salto, que sale a toda velocidad haciendo eses y a distancias muchas veces demasiado largas. Otra estrategia del zorzal es que cuando tiras a uno salen todos los que pueda haber en los alrededores cercanos, pero eso entra en la caza de esa especie. Lo que más me ha desanimado este año es comprobar que buena parte de ellos vienen infectados con larvas en su interior por lo que es recomendable desecharlos. Hasta este momento he abatido 22 zorzales y 4 de ellos venían con larvas, lo que supone un 20,4 % de infectados, tanto es así que me estoy planteando no cazarlos, ya que no me gusta matar por matar, soy de los que todo lo que cazo me lo como y no me parece ético matarlos para luego no aprovecharlos.

Otro hecho significativo es encontrar torcaces nuevas a primeros de diciembre, sin pelos en las plumas, pero su reducido tamaño y plumaje indica que hace poco tiempo que dejaron el nido, eso explicaría la buena salud de la que goza la torcaz, que con su progresivo aumento posiblemente aproveche el cambio climático para criar más veces, asemejándose a su pariente la bravía o paloma de pueblo.    

Amig@s, el campo recorrido con cabeza potencia la resistencia física del cuerpo, aumenta los sentidos y los hace más duraderos y también muy importante, no solo aumenta los reflejos sino que ayuda a mantenerlos y tener más capacidad en general. Amig@s un gran abrazo para tod@s, felices fiestas, un prospero año y que los reyes os traigan vuestros regalos deseados.
             FIN DE LOS APARATOS AUDITIVOS: TRATAMIENTO ....verdad o mentira













   
 

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